Del 1 al 30 de junio de 2004
Sevilla. Exposición: Corpus en Sevilla. El valor de lo efímero.
En el Hospital de la Santa Caridad. Los Altares callejeros y escaparates de comercios se han llevado a una sala de exposiciones para poder interpretar lo que significan estos espacios simbólicos. Está formada por más de 150 piezas y enseres relacionados con esta festividad.

EL ETERNO VALOR DE LO EFÍMERO

Era, sin duda, el madrugón del año. Puede que por eso mis recuerdos infantiles de la mañana del Corpus ester) envueltos como en una "neblina" que no atribuyo tanto al tiempo transcurrido desde entonces, como a los ojos soñolientos del niño recién levantado de la cama y vestido de domingo un jueves, no queriendo saber muy bien ni como ni por que. Sin embargo, y como Sevilla sabe distribuir tan bien los tiempos y los espacios de sus celebraciones, pronto el infame madrugón se transformaba en una brillante mañana, felizmente ajena a la condena de lo cotidiano. Una especie de preludio de esas mañanas veraniegas y vacacionales en las que descubríamos el gozo y la aventura del tiempo libre, para gloria nuestra y disgusto evidente de nuestros padres.

A continuación venían el olor fresco del romero y la juncia, después empezaba la procesión, con sus cortejos, sus representaciones oficiales,... Pero a mi haba tres cosas que me fascinaban: las sorprendentes ruedas de los pasos, el alucinante casco de chapa de los Carrancanos y la soberbia espada del Rey San Fernando.

Tienen nuestras fiestas, eso todos lo sabemos, el mágico valor de devolvernos lugares. hechos, sensaciones y recuerdos que creíamos perdidos, pero que están ahí, indeleblemente marcados en nuestra memoria y en nuestro corazón. Cosas que pasaron solo durante unos minutos de hace muchos años, pero que ya son para siempre. Es el Corpus: el valor de lo efímero.

Alfredo Sánchez Monteseirín
ALCALDE DE SEVILLA
(Texto saluda del Alcalde contenido en el libro editado para esta exposición)

Portada del libro editado para la ocasión

EL CORPUS EN SEVILLA
Claíre de Heu von Düsterlohe

Hace pocos días, al oír hablar de las próximas festividades del Corpus en Sevilla, una señora extranjera, preguntó: "Y esto del Corpus, ¿Qué es?".

¿Cómo explicarle a esta señora la familiaridad con la que Sevilla conjuga cielo y tierra? Cómo hacerle ver que cuando la ciudad se engalana, cuando se prodigan flores, cuando ya la víspera mucha gente recorre el centro histórico para controlar como se aprestan a competir los símbolos en los escaparates, es porque el corazón de Sevilla exclama: "Tañed, campanas, tañed iQué viene el Corpus!.

Y luego en la rosada mañana del Corpus, los sevillanos acuden presurosos, y se animan plazas y calles con voces quedas y trasiego de personas, mientras pueblo y autoridades llenan la Catedral. Debe usted saber, señora, el papel de la Catedral, y que con ser muy hermosa la Semana Santa, Sevilla no se agota en ella. Sevilla tenía nostalgia del Tabor, y un día suspiró: "iSeñor, que bien se está aquí contigo! Vamos a construirte una tienda tan grande que todas las gentes nos tendrán por locos. E hicieron la Catedral, para poder unirse con Dios mediante palabras, o mediante el silencio de un abrazo en la oscuridad. Claro que no sabían lo que decían, pues el Rey de la Gloria, perfecto Dios y perfecto hombre, no se bajaba del cielo para permanecer siempre encerrado en un sagrario. Quería salir a la calle a recorrer su feudo para saludar de uno en uno a todos los que allí le esperaban. Para algo era Sevilla la puerta de las Indias y rica de las platas traídas de América. Se encargó por medio del Cabildo catedralicio al leonés Juan de Arfe la Custodia en la que cada año y desde entonces sale en procesión Su Divina Majestad el día del Corpus, precedida y acompañada de nubes de incienso. Así quiere Sevilla que vaya, aunque, como dijo Santa Teresa, "el Señor, en su divina humildad", y para ser más tratable, "se presenta ante sus hijos, disfrazado de pan".

Entre tantos símbolos cargados de historia, ¿con cuáles me quedaré? Cómo hacer que entienda a estos niños de coro llamados Seises, que cantan y bailan ante el Santísimo dentro de la Catedral, por una tradición que remonta a la época de Don Remondo, cuando era recién conquistada la ciudad y la liturgia era de estilo mozárabe. Ahora, en el siglo XXI, solamente la Catedral de Sevilla los conserva entre sus más puras tradiciones.

También remonta a Doña Teresa Enríquez, ("la loca del Sacramento'" ), la Hermandad Sacramental del Sagrario que procesiona anunciada por sus niños acólitos llamados "Caráncanos" con sus coronas de penachos dorados. Tan antiguos son, que la etimología de su nombre, con el paso del tiempo, se ha vuelto incierta. Y como éstos, tantos otros fastos que son para ver y largos de explicar.

Esta ciudad, Señora es secreta y profunda, y difícil es conocerla. Sus tradiciones vienen de antiguo(2), han sufrido muchos avatares y purificaciones al hilo de los siglos, y por ello cumplen tan bien el mandato de San Pedro que dice: "Estad siempre prontos para responder con dulzura y respeto a los que os pidieren cuenta de vuestra esperanza".
1 Prima del Rey Fernando el Católico.
2 Las del Corpus, desde Santa Juliana de Cornillón en la Lieja del Siglo XIII.

(Texto contenido en el libro editado para esta exposición)